El pasado jueves se conmemoró el Día Mundial del Riñón, una fecha que recuerda la importancia de cuidar ese órgano tan invisible como vital. No es para menos, pues la enfermedad renal crónica (ERC) sigue creciendo en nuestro país, donde afecta ya al 15% de la población, según datos de la Sociedad Española de Nefrología.

La buena noticia es que la prevención es posible. «Con detección precoz y tratamiento temprano del deterioro de la función renal se puede retrasar hasta en 20 años el ingreso en diálisis o trasplante, y eso se puede lograr con sencillos test de sangre y orina para medir la creatinina plasmática (y calcular el filtrado glomerular) y la albúmina en orina», apunta el doctor Emilio Sánchez, presidente de la SEN.

A esos factores se suma, además, la dieta. Sin embargo, si más de seis millones de personas en nuestro país tienen una enfermedad renal, pero la mitad de ellas no lo sabe, lo que comen a diario impacta en el desarrollo de esa patología. «La alimentación es el primer escalón en la preservación de la salud del riñón y en evitar la progresión de una enfermedad renal en las personas que la padezcan. Existe evidencia científica en la que se muestra que la dieta mediterránea es beneficiosa a todos los niveles orgánicos, incluyendo los riñones. Por ejemplo, la reducción en el consumo de sal o de ultraprocesados conduce a unos riñones más saludables, mientras que una dieta basada en frutas, verduras, que evite los fritos o las grasas es saludable para todo el organismo y preserva la salud de los riñones. Sin olvidar el café (incluso descafeinado), ya que los compuestos del mismo tienen propiedades muy saludables», asegura el doctor Borja Quiroga, especialista del Servicio de Nefrología del Hospital Universitario de La Princesa (Madrid).

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