A Manuel Martínez Pérez, de 72 años y vecino de Vigo, no se le olvidará nunca la fecha del 11 de diciembre de 2011, cuando recibió un riñón a través de un trasplante. «Además de ser una fecha capicúa, te queda grabada en el cuerpo a fuego. Es una vida nueva y un sueño nuevo. La esperanza de que, una vez realizado el trasplante, todo salga bien, es como empezar la vida de cero», afirma. El vigués estuvo ayer en Pontevedra con la asociación Adrovi, de la que forma parte, para celebrar el Día Nacional del Trasplante.
