Los enfermos renales sufrieron las consecuencias del apagón. A la incertidumbre de qué ocurría se le sumaba el miedo y la inseguridad por si no podían someterse a diálisis. Así lo afirma Lola Arenas, directora asistencial de la Fundación Renal Española. «Es un tratamiento que, sin excepción, tienen que hacer 3 días a la semana. Y al ser lunes era especialmente importante porque venían del fin de semana, de dos días de descanso, y llevan más líquido, pueden tener el potasio más alto y es más peligroso no poder hacer esa diálisis», expone. La jornada, dice Arenas, fue complicada, con retrasos en el transporte de los pacientes para llegar a los centros. A una paciente no dio tiempo a dializarla y han tenido que retomar el tratamiento este martes.
Los centros contaban con grupos electrógenos que permitían continuar la diálisis aunque no hubiera luz, pero estos tenían límite. «Tenemos capacidad para hacerlo durante unas horas determinadas. Pero el problema hubiera sido si el apagón hubiera continuado hoy», prosigue la directora asistencial de la Fundación Renal, que hace hincapié en la necesidad de considerar prioritarios también los centros extrahospitalarios o las diálisis domiciliarias. En todos los centros gastaron el gasoil que tenían disponible y se movilizó a la Unidad Militar de Emergencias (UME) para conseguir más por si este martes se seguía necesitando, cosa que finalmente no ha ocurrido. El apagón, considera Arenas, puso de manifiesto la necesidad de tener en cuenta a los enfermos renales en los planes de emergencia nacionales.